Image Hosted by ImageShack.us

lunes

Historia de un Mystic Muse

De la mano de Shilen y a partir del agua, los elfos fuimos creados. Los orcos nacidos del fuego fueron los segundos en poblar el mundo. Los rudos enanos, que hieren profundo a gaia en busca de tesoros fue la tercera de las razas. Infinidad de razas menores siguieron a estas tres, y por último, aparecieron los humanos, abandonados tras el fracaso del Gran Kain en su ambición por crear una raza superior al resto.

Nuestra raza, la más poderosa de cuantas han poblado el mundo, perdió gran parte de su influencia tras la caida de los gigantes, lo que originó que un pequeño grupo radical dentro de la comunidad, buscase la senda del poder a cualquier precio ante la amenaza de la nueva raza. Poco a poco, el grupo sectario fue ganando adeptos y realizaban atrocidades contra la naturaleza y contra su raza con tal de obtener más y más poder, adoraban a la muerte y realizaban sacrificios en honor a ella, no cuidaban de las criaturas del mundo y el desprecio por la vida y los valores tradicionales que nos inculcó la propia shilen provocó lo inevitable. El grupo, que ya contaba con miles de seguidores, fue repudiado y desterrado. Los elfos oscuros, como se les pasó a denominar por el uso de artes macabras opuso una feróz resistencia contra nosotros. Tal era su determinación y crueldad que los elfos arcanos pideron auxilio a todas las razas de Aden con la esperanza de que nos ayudaran. Sólo humanos atendieron a la llamada y gracias a ellos pudimos hacer frente a la nueva raza oscura. Los elfos habíamos sufrido un debilitamiento, una segregación y la humillación de haber sido salvados por los humanos y casi derrotados por aquéllos que menosprecian la vida y lo hermoso y adoran la muerte y el poder.

Éstas fueron las doctrinas en las que fui criado, durante mis primeros años y muchas de las dudas que poblarían mi mente y poco a poco se iban resolviendo gracias a mi pueblo y mi experiencia. Mi ciudad natal, último reducto de lo que antaño fue un inmenso imperio evoca toda la belleza y esplendor que la raza élfica es capaz de generar. La vida era feliz, y la relativa calma en torno a mi hogar me permitieron desarrollarme como un elfo jóven, inteligente y hermoso.
Han pasado mucho años desde el primer día en el que mi futuro quedaría marcado irremediablemente por una idea, por un sueño. Una mañana nublada de mi decimoquinta primavera (en edad humana, tendría alrededor de 5 años) apareció un grupo de elfos oscuros que parecían aprovechar la ausencia del sol, con los que no existía guerra declarada pero siempre hay que estar alerta. El grupo se componía de tres de éstas tétricas criaturas, uno portaba un arco, tan alto como él mismo, negro como el azabache. Los otros dos tenían en sus manos bastones, grandes, robustos, y nudosos. El grupo se detuvo manteniendo la distancia con la ciudad suspendida sobre el lago. Un único elfo de la luz, un protector de la ciudad y respetado por todos, fue a su encuentro y un grupo de jóvenes elfos, ninguno formado en el arte de la espada le seguimos manteniendo una distancia más que prudencial, pero suficiente para que nuestros finos oidos pudiesen escuchar el encuentro.


- ¿Qué buscáis en ésta ciudad de la que fuisteis desterrados, raza oscura?- Tan sólo pasábamos por aquí, y nadie puede impedirnos el paso, ni tú ni esos guardias armados de la ciudad. Nuestros antepasados desterrados, tiempo ha que no están en este mundo. Apártate ahora o... - dijo uno de los magos oscuros- O... qué? Elfo oscuro. Recuerda que estás en mi casa, no oses lanzar amenaza alguna. - interrumpió el protector.
Tras estas pocas palabras, el arquero echó mano a su carcaj y ambos magos oscuros comenzaron a recitar un conjuro al unísono... sus voces eran temibles, como los aullidos de una manada de lobos en una noche iluminada por la luna. Esperando el peor destino para nuestro compatriota algunos de mis jóvenes amigos cerraron los ojos, e incluso alguno se apresuró a huir hacia la ciudad, pero yo me mantuve firme, sin miedo a esas criaturas que osaban atacarnos en nuestra propia casa cuando se les tiene prohibida si quiera la entrada. Aún hoy recuerdo la escena que presencié y que quedará marcada en mi memoria por siempre. Nuestro guerrero, levantó su báculo, que mantenía un parecido más que razonable con una nudosa rama del Mother Tree. Antes de que el arquero pudiese soltar la tensada cuerda, y de que los aulladores terminasen su siniestro ritual tres potentes chorros de agua procedentes de la mismísima tierra lanzaron a la vez a los tres atacantes por los aires. No sabría decir qué los mató, si la fuerza del agua surgida de sus pies o la posterior caida contra el firme, verde y fresco pero duro. El triunfal elfo, dió media vuelta y dirigió sus pasos hacia la ciudad.


Ésa misma mañana, conté a mis padres lo sucedido. Mi padre, un respetado SwordSinger me explicó que había presenciado la actuación de la élite de nuestra magia, el MysticMuse encargado de la protección de la mismísima ciudad. Tras esto le pregunté si algún día yo podría ser como ese mago. Mi padre, con una amplia sonrisa me respondió: "Podrás llegar a ser mucho más puro, bello y fuerte que ése mago".
Mi camino había comenzado, haría todo lo posible por llegar a ser el mejor Mystic Muse y proteger a mi pueblo ante cualquier amenaza, sin importar cuál sea.


No hay comentarios: